En mi clase de la uni había varios antiguos alumnos del colegio Retamar. El Retamar era uno de los colegios más pijos de Madrid. Incluso en una universidad privada como la mía, ser del Retamar era un plus ultra de pijerío. Los del Retamar tenían una costumbre muy curiosa, que a mí me daba la risa. En cuanto podían, se largaban a lugares exóticos a no ser pijos de Madrid: volaban a poblados de Marruecos a surfear y conocer a los pescadores de la zona; armaban un Alfa Romeo de los 90 para cruzar, en condiciones precarias, el desierto de Dakar o se aventuraban con una mochila y una botella de agua en la selva del Amazonas. Con sus extravagancias buscaban parecer cualquier cosa menos unos niños ricos, cuando no hay nada más de rico que no querer parecerlo.
Mientras tanto, yo andaba con mi grupo de música dando tumbos por la geografía hispana, comiendo furgoneta y durmiendo en hostales cutres, con la superioridad que daba el estar viviendo the real thing. Pensaba que esos sándwiches de carretera también me acercaban al pueblo. Seguro que no fueron tantos, ni tantos kilómetros, ni tantas chinches en esas camas podridas. La única diferencia con mis compañeros del Retamar era que yo escapaba de mi condición de niño rico sin irme tan lejos de casa. Ambos hacíamos todo tipo de equilibrismos, algunos un poco arriesgados, pero con la certeza de que debajo había red.
No siempre la hubo, y eso me encanta saberlo. En origen mis abuelos son todos de clase media, incluso humilde en algunos casos. Desde mi generación se podía mirar hacia atrás y afirmar “se lo han currado”. De un modo egoísta, casi me daba pena que no hubieran sido más humildes todavía, para que se lo hubieran currado todavía más y yo pudiera estar todavía más orgulloso. No quería verme reducido a mi propio estereotipo cultural.
Seguro que mis abuelos no entenderían mis delirios de bajeza, menos cuando, de algún modo, ellos los habían padecido. Había cosas de otra gente que yo tampoco entendía, como la ostentación. Creo que iba más allá de ser naturalmente discreto, o del buen gusto. ¿De verdad había personas que querían parecer ricas?
Además, es que querer ser de clase alta me parecía un poco estúpido. Casi todos los aristócratas que he conocido me han dado la impresión de ser medio discapacitados, porque tienen a su espalda generaciones y generaciones de gente que nunca ha dado un palo al agua. ¿Cómo es posible que haya gente a la que le fascine la nobleza?
Con esta mentalidad, los del Retamar y yo conseguíamos algo sorprendente: convertir una vida modesta en algo aspiracional. El exceso de comodidades y cosas bonitas nos llenaba de zozobra. Sentíamos que ser niños ricos nos cortaba las alas de vivir.
Últimamente, cuando me he juntado con ellos se han reído mucho de sus propias aventuras, a la vez que no han dejado de planificar otras nuevas. Pero ya no van a buscar el sentido de la vida a una montaña de los Andes; saben que simplemente tienen spleen, la angustia de tenerlo todo resuelto. Yo ya no pretendo que una gran obra de arte me redima. ¿De qué hay que redimirme? Ese era mi spleen.
De esos niños ricos que éramos se pueden decir muchas cosas, la peor de todas que éramos sencillamente unos niños ricos. Pero teníamos buenas intenciones, ganas de encontrar una identidad. Y, por encima de todo, teníamos sentido del humor. Incluso entonces, nos reíamos de nuestras propias aventuras de salón. Uno podía jugar, experimentar, pretender tener durante días una revelación espiritual a lomos de una moto de cross. Genial. Lo que hubiera resultado ridículo habría sido volver a casa en Madrid y creerlo de verdad.
FLECHITA PARA ARRIBA
Ando enamorado de este disco de Vicentico Valdés. Sabor.
FLECHITA PARA ABAJO
Todas las polémicas del mundo de la música ya me resultan absurdas y prefabricadas. El último ejemplo: el de Blackbird con Beyoncé y Paul McCartney. ¿A quién le puede parecer mal?
Me encantó tu post. No soy "niña rica", pero he convivido con algunos niños ricos de mi país y corroboro lo que tú dices. Concreto, sencillo... has dado en el clavo para describir esa sensación de búsqueda de "autenticidad prosaica". Espero, dentro de poco, reseñar tu post en mi propio blog. Ha sido un gusto leerte!
Jajajajajaj Confundes aristocracia/nobleza con burguesía. Cosa que, si no te has dado cuenta, eres esto último. Jajajajaj