Reconozco que de vez en cuando me meto en Twitter a espiar. Twitter es un lugar fantástico para las microculturas, para que un grupo de gente dispersa por el mundo funde su propia plaza, su pequeña normalidad, ayudados por el algoritmo. En el fondo, es la herencia natural de los primeros foros de la red, que conectaron a tantas personas con intereses en común tan ajenos a la mayoría. Era una actitud como de patio de recreo. Y en todos los patios siempre acaba habiendo un líder.
¿Cómo está el patio hoy, cuando suena la campana? ¿Quiénes son los líderes, los bullies, los palmeros? Si esas otras comunidades se construyeron en torno al amor, casi friki, compartido, lo que alimenta a las microculturas que me rodean en Internet es el odio y la fragmentación. La propuesta de unos valores, códigos o ideas y el rechazo a todo aquel que esté al otro lado de dicha valla intelectual. Una concepción desde la exclusión. Un rechazo vehemente, orgulloso. Sin conversación posible. Y no es que crea en un pasado idílico al margen de cualquier bajeza o comportamiento ruin. Es que ahora sencillamente lo veo como norma.
Cuando leo a estos líderes intelectuales tan agresivos en Twitter lo primero que pienso es en la amargura. No hace falta que diga nombres, del mismo modo que da igual que odien a los putos moros, a los putos fachas, a las putas feminazis o a los putos ricos. La gente tan en contacto con lo que odia es gente que no se soporta a sí misma. El objeto de su odio es tan solo una vía de escape. La gente feliz está, en general, en paz con el mundo, y tiende a comprenderlo más que rechazarlo. Vive más en la calle y menos en la sección de comentarios de cualquier periódico.
Lo segundo que pienso –a pesar de que la gran mayoría de los microlíderes intelectuales de Twitter tiene gran bagaje de lecturas y mucho arte para el neologismo– es que son un poco anti intelectuales, porque no se mueven ni un milímetro. Antonio Escohotado decía que, en el fondo, “aprender significa disfrutar cambiando de idea”. Porque te obliga a pasar del prejuicio al juicio.
También veo una gran intolerancia a las ideas contrarias, a las propuestas que cuestionan sus principios. Es también una intolerancia a refutarlas. Simplemente se niega mediante el insulto o la deshumanización del otro cualquier posibilidad de conversar o, más aún, de enriquecer la postura propia con la ajena. De hecho, lo único que creen es en el conflicto, en el enfrentamiento con el vecino. Yo trato mucho con guionistas, y siempre son los más veteranos –los más seguros de sí mismos– los que no tienen ningún inconveniente en que se cuestione o se revise su trabajo. Es decir, están abiertos a la crítica porque creen en lo que hacen. Los noveles o los que regatean esfuerzos son los que siempre se ponen a la defensiva y niegan la mayor.
Por último, observo una concepción heroica de sí mismos, un atreverse a decir las cosas, y la necesidad del aplauso continuo de los que forman su micromundo. Da igual que luego en la vida real sean unos panolis (de hecho, muchas veces el triunfo con bilis en el mundo digital es una especie de venganza de los sinsabores de la realidad). Son líderes en su taifa cibernética y eso es lo único que importa. Como Capote, que decía que cuando había publicado el único comentario que quería oír es que era un genio. Y el que no se lo decía era su enemigo. ¡Ay, la vanidad! De pocas cosas estamos menos exentos.
Esto es lo que pienso, pero claro, escribo sobre el terreno de la escritura, doy la opinión de la opinión. Y como nuestro dinero siempre está más puesto en lo que hacemos y no en lo que decimos, en la práctica y no en la teoría, mi ideal de intelectual es aquel que ejercita el pensamiento y que además tiene en la vida real auténticos amigos que piensan diferente a él. Esa es la señal, para mí, de que se atreve a saber, de que tiene grandeza. Porque construye desde los amores comunes, porque está abierto a cambiar de idea, porque tolera la contrariedad y porque busca la llaneza compartida antes que una épica que no es tal, sino puro fingimiento. El intelectual que a mí me gusta, en fin, es el que cree más en sus amigos que en sus ideas. Que es lo mismo que creer en la gran idea de la humanidad.
FLECHITA PARA ARRIBA
Me he leído El viaje inútil, de Camila Sosa Villada, y me ha encantado. Por su forma de ser y sobre todo por su forma de escribir, que van de la mano. Dice, hablando de su proceso de escritura:
“Eventualmente me comparto, comparto lo que escribo, pero eso no quiere decir que yo me abra al mundo, sino que traigo a los visitantes a mi intimidad […]. Soy ese tipo de escritora que se parece a un cuenco”.
FLECHITA PARA ABAJO
Bastante caña genérica he dado ya en el inicio. Alegría, que estamos oficialmente en verano y aunque cueste dormir por el calor los días son eternos y la mecha para salir muy corta.
Además, la verdad es que cada vez me cuesta más escribir el flechita para abajo. Siempre me siento más cómodo en lo que me gusta que en lo que me disgusta.
Ya sólo me queda un libro por leer antes de embarcarme en “El hombre de mi vida”. Y no por hacer publicidad a uno u otro, que son los opuestos, digo el título del que le precede “Gallos de poca casta”. En cuestión de un día o dos voy a dejar los arrabales de Usera y Vallecas y adentrarme en el barrio más cool de Madrid, que gira en torno a las Salesas, y que conozco un poquito porque he vivido en la calle Valverde más de veinte años y mi mujer trabaja en el CGPJ y antes fue librera en Marcial Pons, editora que acaba de publicar un libro deslumbrante (para mí, un ignorante de nuestra intrahistoria: “El Colonizador Colonizado”). Sé que a mi mujer le va a fascinar tu libro porque conoce bastante tu barrio, y el menda, muy cuco, se lo va a regalar hoy para poderlo leer él mañana o pasado mañana (sí, como quien invita y deja que otro pague).
Y a lo que importa: Tu Sonajero: ganas y ganas en mi estima. Admiro a quien es cordial y atento, y tú eres o pareces.
Total: (de hecho, muchas veces el triunfo con bilis en el mundo digital es una especie de venganza de los sinsabores de la realidad).
Sobre Capote y la escritura: https://open.substack.com/pub/losviernesenunalibreria/p/el-rincon-del-vago?r=2rn1gd&utm_campaign=post&utm_medium=web&showWelcomeOnShare=false