El modo en que haces algo
"El modo en que haces algo es el modo en que lo haces todo" (Tom Waits).
Soy un gran fan del género de la anécdota. Como método narrativo resulta impagable: te permite contar mucho en un espacio mínimo, es sugestiva, tiene un giro sorprendente al final y combina ingenio y profundidad. Hasta las falsas son buenas: ¿recordáis esa en la que Marilyn Monroe conoce a Einstein y le dice que, si tuvieran un hijo, saldría con su belleza y la inteligencia del otro? ¿Y que luego Einstein le responde que mejor no tenerlo, por si sale con su belleza y la inteligencia de Marilyn? Pues nunca sucedió. Ni Marilyn era una rubia tonta ni Einstein un sobrado. Sin embargo, la anécdota nos sirve, en teoría, para ilustrar la inteligencia de uno y la superficialidad de otra. Bueno.
Dejando a un lado las anécdotas inventadas –y eso que todas lo son en mayor o menor medida, porque su propia existencia es una exageración– podemos argumentar que el género es injusto per se. Quedar definidos por un único instante desmerece la complejidad de las personas. Lógico: en nuestro peor momento somos tan terribles como divinos en el mejor. Sin embargo, girando un poco el concepto se desprende una verdad, una en la que personalmente creo. No es el qué, es el cómo, y un cómo continuado. La forma en la que hacemos las cosas a cada instante sí que define por completo nuestra forma de ser.
Decía el escritor Mariano José de Larra en el siglo XIX que su firma era su único patrimonio. No hablaba en un sentido literal, claro: era un hombre de familia adinerada. Jamás pasó apuros económicos. Pero sí que pensaba que todo lo que llevase su nombre pasaba a formar parte de él, era un cómo, el cómo de Larra, que reflejaba por entero su personalidad, su altura o su bajeza. Larra era un romántico, la corriente artística e intelectual que puso el “yo” como centro de todo, como vara de medir.
La anécdota más conocida de Larra es su muerte. El 13 de febrero de 1837, tras recibir la visita de Dolores Armijo (que le comunicó que su romance había terminado para siempre), cogió una pistola y se pegó un tiro en la sien. Tenía veintisiete años. Fue su hija Adela quien se lo encontró. La camisa ensangrentada y la pistola se pueden ver todavía en el Museo del Romanticismo de Madrid.
Larra no es solo un hombre que se pega un tiro. Eso sería la anécdota para retratar la concepción absurda que tenían los románticos del amor. Nos contentaríamos con una imagen parcial, fragmentada de su vida. ¿Dónde hay una definición completa de Larra? En la forma en la que se lo pegó: según salió Dolores de casa, sin esperar ni un segundo. Larra era un hombre impulsivo, arrebatado, y a la vez tendente a la melancolía. Esto se ve en sus artículos de prensa, donde apunta con fiereza mientras se hunde en el pesimismo ante España. También en sus relaciones con otros coetáneos, o con la política de su tiempo: abrupta, tan intensa como cínica. Vivió su vida como se la quitó: incapaz de gestionar el rechazo, tanto de su amante como de su país, reaccionando violentamente. Aquel disparo llevaba su firma. Era el último reflejo de una manera de hacer. Y su última consecuencia.
En cada acto, incluso los diminutos, está puesto todo nuestro ser. Y aunque tenerlo presente en todo momento es asfixiante conviene recordarlo de tanto en cuanto. Por arrojar una luz. O un tiro, quién sabe.
FLECHITA PARA ARRIBA
La cita de Tom Waits está sacada de una biografía de Leonard Cohen que me recomendó mi tío Rafa. La estoy disfrutando mucho.
Es café para cafeteros, pero si a alguien le interesa la vida de Larra hay un ensayo poético escrito por Umbral llamado Anatomía de un dandy. Ese mismo nombre cogieron prestado Charlie Arnaiz y Alberto Ortega para titular su maravilloso documental sobre la vida del propio Umbral. Vidas paralelas.
FLECHITA PARA ABAJO
Soy megafan de la productora A24 y está nominada a 11 Oscar, pero la realidad es que Everything Everwhere All At Once no me ha gustado nada. Hablando en plata, me ha parecido una parida de peli.
Ah pues a mi me ha gustado mucho, la peli, me refiero!!! No se si para tanto oscar pero si, me gusta mucho la relación madre e hija.