Si me pongo a pensar, creo que desde que tengo uso de razón he querido ser alguien. No es solo una cosa mía. En mayor o menor medida, hasta la persona más humilde pretende ejercer una influencia en los demás. Imponer su suerte. Yo encima soy artista, así que no solo pretendo influir: busco directamente trascender.
Mi cabeza, especialmente en la adolescencia, funcionaba como la del protagonista de “Fue la mano de Dios”, de Sorrentino: “La realtà non mi piace più… la realtà è scadente.” No me bastaba la realidad, y pensaba que la única forma de mejorarla era transformándola con mi genio, trascendiendo así por fin. Eso a veces me convertía en un obsesivo perennemente insatisfecho. Y un poco desconectado del mundo.
Ayer fue la fiesta de cumpleaños de Jacobo Bergareche. Jacobo entraría dentro de la categoría que algunos denominan “disfrutón” (término bastante abominable). En sus fiestas –que ya empiezan a desprender el heroico aroma de lo legendario– hombres y mujeres de vidas completamente convencionales se desmelenan como el que entra al baño de un garito en Berlín, como si estuvieran en la peli de “La purga”, y una vez al año estuviera permitido ser uno mismo de verdad. Y eso, claro, se debe a su anfitrión.
Hoy, con una resaca impresionante a cuestas, me planteo que desconozco por completo las ansias de posteridad que tendrá Jacobo. Desde luego, pocas profesiones te ponen con los pies más en la tierra que la de escritor, por mucho talento que se tenga (como es su caso). Pero es que creo que a él no le hace falta, ni la gloria ni la posteridad. Si vienen, bienvenidas serán, pero es que en el presente, en la realidad, el cabrón va al campo y se emociona con una seta. O una orquídea. ¿Cómo puede competir la posteridad con una orquídea? Y se emociona de verdad, como los niños pequeños. Lo mismo le pasa con una canción. O un torrezno. Todo le resulta fascinante.
Decía Jacobo en uno de sus últimos reels de Instagram que el refrán de “una imagen vale más que mil palabras” es completamente falso, porque una imagen vale tanto como el número de palabras que posea aquel que mira. Y si el que mira posee pocas palabras, entonces poseerá poco mundo. Al fin y al cabo, lo que no se puede nombrar no existe.
Imagino a Jacobo paseando por el campo con su conocimiento infinito de la materia. Donde yo veo “flor” él ve trescientas cosas diferentes, desplegadas en abanico. ¿Cómo no emocionarse así? A ver si el tío va a conocer de verdad “el secreto”. Que lo importante en la vida no es trascender tú. Es dejar que las cosas trasciendan en ti.
FLECHITA PARA ARRIBA
Esta semana he publicado otro single, Un empujón. No todo va a ser bonito. La rabia también es necesaria.
FLECHITA PARA ABAJO
Leo que Daniel Osvaldo, el Johnny Depp del fútbol argentino, está pasando una mala racha de depresión y abuso de sustancias. Recuerdo cuando dejó el fútbol en el mejor momento de su carrera para montar una banda de rock. Eso es carácter. Una pena. Como decían AC/DC “It’s a long way to the top if you wanna rock and roll”.
“Dejar que las cosas trasciendan en tí”. Ojalá mis resacas fueran la mitad de lúcidas que las tuyas.
Me encanta la canción ! Todos necesitamos un empujón para salir y darnos la oportunidad de transcender en otra persona , wowww por unos momentos te ves divina y con glamour !!! 🔥